Son pocas
estas manos
para hablar del tiempo.
Dedos finos
y una lista interminable
de minutos
encarnados en las uñas
que tendría que arrancar.
Podría
inaugurar un diccionario
con agujas en las yemas
para no desperdiciar la sangre.
Pero ya no puedo
y me ocupo en estar triste.
Porque sé que el tiempo
en mis manos
es una taza muda y hueca
que de un momento a otro
terminará por romperse.
Silvia Rodríguez Ares
18/11/2013
Foto: © Radovan Skohel
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