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lunes, 15 de agosto de 2016

Panteón San Ignacio





Él comienza a caminar desde la muerte.
Se detiene en la montaña
y cruza el río.
Baja
de unos barcos que la noche le envió
a la fortuna.
Entonces crece
y pide un trago.
Se emborracha con Emilio
con Manuel y con José
y son hermanos.
Como gota que se filtra por los techos
se alimenta de humedad.
Delicia de vivir mojado
con el cuello bajo el sol.
El pelo tan fragante en la madera
de los árboles que el dios de la tristeza
no cortó
porque eran suyos.
Hace un nido junto a Luisa
y una casa que vendió.
A los hijos los trasladan en un tren.
En los ojos el dulzor amargo
se despeja por la orilla.
Llegan manos que le llevan flores
en recta procesión
desde las aguas
del único portal del cielo
que se abre
domingos y feriados solamente
de 8 a 12.


Silvia Rodríguez Ares
14/8/2016

martes, 9 de agosto de 2016

Trece maneras de mirar el sol




1

De frente.
Nunca antes
se lo había dicho.
Estalla el sol.

2

Esquirlas incrustadas
en mínimo azulejo.
Sol dispuesto
a dar batalla.

3

El ojo
de quien mira el sol
intenta abandonar el mundo.
No es posible.

4

Un ramo de jazmines
a la novia del dolor.
Un sol gastado
a los que lloran.

5

Sufrir
es decorar el cuarto
como a él le gusta.
Y dejar el sol afuera,
en la ventana.

6

Los pueblos de Occidente
adoran el ocaso.
Qué bella
es la montaña cuando muere
el sol.

7

Había muchos soles
en la casa de mi padre.
Él los fabricaba
y después los escondía
a medianoche.

8

Una vez me tropecé
con una dalia muerta.
En medio de su pecho
estaba el sol.

9

En las guerras
las banderas caen.
El sol las pisotea
y las levanta.

10

Si me quedara
esta única palabra
por decir,
con cada boca
apuntaría al sol.

11

La historia se compone
de pequeñas frases
que el sol traduce
con hilo amoratado.

12

Paso tanto tiempo
mirándole la cara a un muerto
que el sol se aleja
de mi mano.

13

Pero ya no tocaré este sol
ni lo hundiré en la tierra
a menos que el geranio muestre
por quién lucho.


Silvia Rodríguez Ares

Camino





Vayamos a medir el crecimiento de la luna.
Sin tocarla.
Sin abrir los ojos
ni seguir la dirección del aire.
Hondo camino de la lengua hasta su madre.
Decir adiós.

 
Silvia Rodríguez Ares
6/8/2016

lunes, 1 de agosto de 2016

Memento




En la mañana
el pez tejió la red
para encontrar la muerte.
Amaba -y yo lo sé-
nadar en vida,
aunque tejía como un padre
teje, con los pies descalzos
frente a la luna.
Era la noche, entonces.
La noche es cuando el padre
vuelve y teje. Acomoda sus huesos
y se lanza a navegar
mientras los hijos miran.
Hubiera levantado cada mano
en gesto de atrapar la despedida
y hubiera dicho aquello
que me habría salvado.
Pero la noche le cambió la voz
a mi cuchillo.


Silvia Rodríguez Ares
29/7/2016

Medusa




Estoy aquí
danzando para todos:
agua, luna
-en este bosque-
almendro, lira, ruiseñor.
Soy la corza dulce
de los sueños rotos
y el cabello de Medusa
es un lazo tierno
para unir al padre
con el ojo de la niña
que murió en la fuente
por reír desnuda,
alegre y rozagante
en brazos de la diosa ciega.
Y cuantos más se acerquen
a este bosque intruso
más le brillarán las uñas
al señor de los recuerdos.
La llave está en el fondo
del hogar paterno;
en un altillo destinado
a llorar de cara al techo.
Vayamos juntos
a romper las puertas
de este sueño
que huele solamente
a maldición.


Silvia Rodríguez Ares
29/7/2016