El grillo azul
que miente en los jardines de
la tarde
ya se ha ido.
No hay música
que extienda el aire como
un pliego
ni dulzor
que alivie la verdad del junco
breve.
Cierro la ventana
cuando el ave que sonríe
con mi boca entre las fauces
con mi boca entre las fauces
me convierte en un peldaño.
En un rincón
ovillo noches como ésta.
Luego tejo los diamantes
de mi próximo jardín.
Silvia Rodríguez Ares
29/10/2015