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sábado, 9 de julio de 2016

Amergin cantó y se fue




Era un jueves primero de mayo
y el decimoséptimo día de la luna.
Amergin selló con pie derecho
la tierra de una Irlanda temblorosa.
Un poema calmó la tempestad
y otro canto hizo que surgieran las llanuras.

Soy el viento que sopla entre las aguas,
dijiste y me guiñaste un ojo.
Soy la espuma de los mares, respondí,
y la planta que verás crecer.

¿Qué sueño reunirá las almas
en un barco de oro?
¿Dónde buscaré las redes
para unir las puntas de la flor?

Tierra conquistada por un mago,
éste es mi lugar porque se llama Erin,
Calecia, Argentum o dolor.
Y soy el jabalí salvaje cuando miro el cielo
y lo atravieso con saetas
que nacieron en batallas
por morir o enamorar al viento
-que es la misma forma
de cruzar los puentes-.

Amergin, tu nombre
en un pozo de palabras.
Amergin, murmullo de las olas
que acompaña los paseos
de la niña con su perro.

Amergin cantó y se fue.

¿Quién de todos es el que ilumina
la asamblea en la montaña?
¿Dónde está el señor de las estrellas?
¿Quién es con la sangre
un lago?

Sumergida, yo te espero.

Cuando duerme la llanura
no recuerdo si mi voz
es mía.

Tuya es la palabra más certera.
Tuyo es el poder
del buey en el combate.
Tuyo es cada pétalo
del valle del futuro
y los rebaños.
Tuyo reina el sol
y crece con la lágrima del sol
la tempestad del agua.

Pero quién
¿quién conoce las edades de la luna
sino yo?


Silvia Rodríguez Ares
8/7/2016