el paso del aire
alimenta tu boca dormida
soñás con los naranjos
y el azúcar
las grosellas
y el perfume rojo del amor
la piel
de los jazmines rubios
te humedece
el níspero estalló
cuando reías dentro de mis ojos
ahora puedo verte
y hundir
las manos en el agua
hasta secar el llanto
de la niña eterna
sin bajar del cielo
Silvia Rodríguez Ares
13/7/2015