Concluye el tiempo de los ángeles
y no hay regreso
aunque seas una estrella
un centauro
una mancha
o una
cicatriz.
Vayamos al adiós con manos nuevas
y agitemos el pañuelo de la noche
mientras canta el ruiseñor
de las espinas
vigoroso
como el mar que hunde
a dentelladas
el fuego de un amor tan puro.
Y lloraremos
cuando digan las gaviotas que la luz
conmueve al cielo
y vive más.
Silvia Rodríguez Ares
28/10/2016